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ió8 de Dios !:l lé miro con ojos nl'UlJ' compasivos, como para pagarle aquel corto obsequio. Aquella dulce y1 tierna n¡.iraJa ;de tal moao trocó su corazón que luego mandó llamar a un sacerdote y1 con él se confesó muy1 arr,ep.entido !:l doloroso, derramando lágrimas !:J' pidiendo perdón die. su mal ejem¡p1lo. Luego hizo voto die en– trar en religión, sl recobraba la salud. Con estas disposiciones pa:,ó a la ,eternidacl. Joven amado: Encomiéndate siempre !:JI muy1 ele veras a la Virgen María !:l' ruégale que te ilumine !:J encami,ne tus pasos en ,el gravísimo asunto de la elección de estaclo; pues ,es tu Madre Y' todas las madres desean vivamente que sus hijos acier, . ten !:J que no y,erren~ en nada al tomar ,estado, cualquiera que sea. Confía en Ella y, procura tomar consejo de un confesor sa– bio, prudente, santo y, ,experimentado !:J él te orientará a .uno o a otro estado, donde Dios quiera. No entres a degas en el estado que decidirá tu vida tempo.• ral !:JI eterna. Encomiéndate mucho ,a l,a Madre die Dios, rogándole que te ayude. San José también es 1,m gran protector para la elec– ción de estado. Yo tengo la dicha, muy 1 grande, de ser religioso por inter– cesión de .San Jos,é, a quien pedí me iluminara !:Ji ayudara, como lo hizo, y mucho se lo agradezco. ¡Oh María, Madr,e !:J' Espe– ranza mía! Asistid'me siempre y defencledlme para que no ofenda a mi Dios y, ·me haga santo. Con la ay1Ud'a del ,Señor l:l' de su Santísima Madre quiero s,er santo. A.dios, joven. Manda a tu afectísimo en:, Jesús, María y, José, P. PACIFICO CARTA XXXII La conversion del siglo XIII ltwz1ó de here;ías y, escán'cvalos se alcanzó mediante el p,atrociirz!i.o de ta Sarriísimla Virgen l'llaría, invocándola con el rezo del Santo Aos,arlo eri todo el mundJo. La conv.ersión del siglo actual, que supiera al slglo XIII en' pecados y malicia, también puede alca,11zarse co,tt el auxilio de la l'lladr,e de Dios, obligándola piar el 1oezo áel Saf!io Rosari,o. Ay<udad todo,3,. Amadísimo joven: Fué costu'm'bre antigua en los pueblos orientales ofrecer coronas d'e rosas a las personas a quienes se quería honrar. Los primeros cristtanos también se complacían y tenían a gala el adornar con. flores las imágenes de los santos, las re– liquias de los márti11es !:l' muy en particu1ar las "im'ág,enes de la
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