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- 100 - omnipotencia de su divino Hij,o, que ,es Dios verdadero y1 R,0:– dentor de todo el género humano. El buen Jesús ponz en sus mamos ·benditísimas su inmenso poder, para que Ella todo lo emplee en favor de las alm:¡1s. El seráfico doctor San Buenaventura, dirigiéndose a 1ª Vir,– g,en, le dioe __así: «Porque el Señor ,es omnipotente con Vos, también Vos sois omnipotente con El, sois omnipotente por El, sois omnipotente cerca de El. Aun con may'Or fuerza se exprnsa San ·Pedro Damiano cuando dicr a la Virgen: «Llégase al trono die Dios más bien co– mo señora que como esclava"; más bi:en mandando que supli:– cando». Jov,en lector, ¿te acuerdas cuántas v:eces obedecería Jesucris– to a los deseos, insinuaciones y, órdenes de StJ Mad!r-e cuandoi vivió en la casa de Nazaret? Ahora, ¿no es Ella su misma inmaculada Madre, lo mismo en el delo que en la tierra? ¿N.o, es Jesús, aho.ra como aíhtes, verc– dadern Dios y, Hombre y verdad!ero Hijo de .María Santísima? ¿.Cambiaron unp Y' otro? Nada de eso. . El mundo, encenegado ,en vicios, no: tuvo un Salvadnr di– vino hasta que María dió su consentimiento para la Encarnación del Verbo divino en su Virginal seno. Después de nacid!o. ,en ,el portalillo de B.elén todos sus cuidadbs se ,encaminaban a pr0- parar la víctima sagrada para la salvación de todJo, el munido,., conduciéndola hasta el Calvario. En el momento supremo, ,el Hijo divino sobre la cruz cho– rreando saqgre Y' su Madre dolorosa al pte de ella, tenían una misma voluntad: ,ambos ofrecían a Dios el mismo holocausto !J' derramaban su sangre. J•esús la de sus venas yi María. la de su corazón; porque los. dos estaban animados del mismo celo por la salvación de todos los pecador,es, comd dijo ,el célebre Amoldo Carnotense. Preguntad ahora si Ella desea la salva– ción y1 perf-ección de las almas que ,tanto costal'oln a entrambos. Dioe San Bernardo: «No la alabe nunca qu1en, habiéndola invocado forvorosamente en sus necesidades, no hubiese recibido de Ella algún socorm; p,ero, seguro estoyi, de. que no s,e hallará uno solo en todo el mundo. EJEMPLO.-Léese en las Crón,ioas de los Pa_dres Dominf– oos, que obligados por Santo Domingo unos espíritus infernales (que atormentaban a urt energúmeno en presencia ·cte numeroso concurso), -declararon lo siguiente: 1J, Que la Madre de Dios era para ellos más temible que toda la corte celestial; pues sabían por experiencia propia ·que mi suspiro de su maternal corazón ttene más fuerza y, ,efi– cacia ante Dios que todos los ruegos de los nueve coros de los fuig,eles y1 de los Santos, para alcanzar misericordia y1 perdón. ·2.º Que Ella es quien transtorna sus inicuos planes y1 de~ sigrtios !J lleva la desolación !:l' esp,anto · a su imperio de tinie– blas !:J horror. 3;º ·oue Ella arrebata de sus manos millo'1es de almas ern'– pecatacfas que ellos tenían por suy1as. lf;ri Que serían ellos rnun poderosos si lograran desacre-

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