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- 98 crecer tante en virtud, ni nos pone en ventajosa relación con Dios, como el agradecimiento a sus beneficios y1 bondades. De una manera parecida, si deseamos alcanzar abundancia die gracias, beneficios y, ayudas de la Santísima Virg,en María, der. bemos ser muy, agradecidos ,a sus bondades; ya gue la ingratitud es un viento abrasador que todo lo quema y1 consume.' ¡ Oh, amacio joven! ¡ Cuántos motivos tenemos tú !JI y,o para amar, honrar y1 servir a la .JVladre de Dios y nuestra yr ser de Ella sus enamorados! ¡ Qué felicidad sería la nuestra si fuéra;– mos verdaderos devotos die María! A que la amemos 'm'uy1 mucho y, muchísimo :nq_s invita la Santísima Trinidad, Nuestro Señor Jesucristo, los Ang,eles y Santos del cielo, los Patriarcas, los Apóstoles, la 1 Santa Iglesia Católica nuestra Madre, las almas fervorosas Y' amantes de Ma– ría, como te he dicho en toda nuestra correspondencia. A que la amemos entrañablemente nos convida nuestra pro~ pria razón, cuando reflexiona Y' cuenta los grandiosos ·benefi:– cios que la Virgen nos ha hecho, nos hace actualmente yr esp,e– ramos que nos hará siempre, ,en el tiempo y1 en la eternidad'. ¡ Oh, Madre mía! ¡Con cuántas obligaciones tenéis dulcemente empeñado y: obligado nuestro amor! ¡ Oh grande bienhechora de la humanidad entera! ¡ Oh Ma– dre de Dios y1 Madre nuestra! Mirad!nos con ojos de bondad yr de amor. ¡Oh María! Cuantos son los beneficios !JI bondades que de vuestra ·tterna y, dulce mano hemos recibido, tantas son las obligaciones que os tenemos de amor, honra yr devoción. Así lo reconocemos y confesamos. Esta obligación tan sagrada, tan 1 'Urgente yt constante para con la Virgen, no es sólo porque Ella rnos dió ,en una pieza todo nuestro bien, consuelo, remedio y1 .¡i:mparo, éuando nos dió a Jesús su d,ivino Hiio, que es bien infi'nito, lo cual nos exige el .amor :de setenta mil -miHones de corazones que tuviéramos, si no también porque Ella nos cubre con su manto inmaculado ]I nos alcanza todos los beneficios, hasta ,el más mínimo de nues– tros pensamientos y1 deseos. En dispensarnos gracias y, beneficios sin cuento, en alguna manera, parece que van a la par María Santísim'a y1 Jesucristo su divino Hijo. Verdad es que todas las gracias µos vienen de Jesús, eomo. Redentor: p,ero llegan a nosotros por medio d'e $U Madré purísima. Jesús y, ·María son las caus;as universal-es de todo nuestro bien. J,2sús es causa original yr María causa instruf. mental. Jesús es el manan:fü1.I J.1 la Virgiern el acueducto. Por disposición del mismo ~vino Sa 1 va1br, no se nos concede pracia alguna que no pase po,r maino de ,su Santísimia Madre. De ahí que tantas obliqaciones tenemos a María, cuantos son los beneficios que de Ella recibimos. ¿Quién puede cqntarlos? Joven amado: persuadámonds que la sa_gracfa Virg,en pre– viene nuestras necesidades con su poderosa intercesión; ni esr– pera a que nosotros le pidamos remedio, sino que, aun cuandio de Ella nos olvidamos y: de nuestro propio interés, esa -tierna Y' solícita Madre ru(?ga por nos◊tros, aplaca la justicia de su Hijo

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