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- 96 - las olas del orgullo, de la amtl~ión, ele la murmuración, ele 1~ envid_ia tratan de inundar tu alma, una .miracla: hacia la ,estrella, uwtuego a María. Si el horror d'e tus pecados, la turbación de tu conciencia, el temor de los juicios de Dios p,rüncipian a. arra~· tra.rte al abismo de la J!risteza !J' de la desesp,eración, vuelve tu' corazón a María. En tus pdigros, en tus angustias, en tus ·dU,: das, pi,ensa ep Maria, llama a M1$°ia; que Maria ,esté ;en .tus labios, en tu corazón; y, para alcanzar el beneficio de su ruei– go, no pierdas de vi_sta_ el ejemplo de sus virtucles. Siguiéndola no puedes ,extraviarte; mientras la ruegues no pu~d~s p,err der la -esperanza; ·mientras pienses en E,Ua ,estarás en ·buen ·cél(" mino; no caerás mientras te sostenga; nada tienes que tem~r ·mi-entras te proteja; con tal que favorezca tu carrera 1lega1- rás al puerto sin cansa!llcio» (Hom. 2.ª s,up,er, Missus est). Así es, amado joven; en la Madre die Dtos hallaremos si~m!– pr,e seguro puerto en las múltip,les y1 aciagas temp 1 estades ·de la vida. ¿Por qué razón? Dos razones ha:Ilo que nos co1nv;encen: 1.ª Porque es Madre de Dios. 2.ª Por ser Madre nuestra. I. ES MADRE DE DIOS.-De eso nadie puede dud!ar sin negar la fe divina,. Como verdadera M,ad!re de Dios tiene ein su mano todo el poder que su divino Hifo, J,esucristo le concedió para honrarla. El pod'er de María es sin' límites., como el de Dios; con esta diferencia: que el Señíor tiene el poder "de sí mismo y1 María Santísi'm'a lo recibió de mas para que use de él a f.av -or de los hombres. II. ES MADRE NUESTRA.-Jesucristo, pendiente y agoni– zando en la cruz, nos la dió por Madre espiritual y1 Ella acep1tó ese mandato. Una tierna, cariñosa y1 compasiva m 1 adr,e no es ni puede ser indif,erente ,espectadora die los dolo11es, p,enas y1 tiliset– rias de sus hijos. Al amor materno no hay· afecto q11:e se le pueda co'mparar. Ena agota todos los tesoros y, recursos de su bondad!, amor y1 misericordia y1 tienta hasta los últim:os recursos de su flm:ante corazón. Eso hacen todas la mujeres. María Santísima fué elegid:'! 12n los decretos eternos para Madre, amparo y1 rem:ediadora d!e todas las necesid:adies del género humano. La historia de dos mil años confirma con m'uchos ejemplos que la Virgen sagrada jamás se olvidó die ese encargo die su dí– vino Hijo Jesucristo. EJEMPLO.-Refiere Patrignani que hubo un diminal en el reino de Valencia, que en un momento de desesp,eraición ,!Ji por huir de la justicia, determinó hacerse turco. Cuando se dirigía al puerto para embarcarse, sin saber cómo, entró en üna iglesia cuando el P, Jerónimo López, misionero jesuíta, hablaba pe la misericord1a de Dios. Antes 'die terminar el sermón y,a estaba arrepentido y1 resuelto a enmendar su vidla !J' pid'ió al Padre que le confesara. Admirando ,el Padre aquella mudanza r,e'pentina 'le preguntó qué devociones había practicado prara merecer de Dios tan grande misericordia, 'y 1 respondió: Solamente he pedido to-
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