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LOS HERMANOS LADRONES I Anchas puertas del convento, defensas para la noche. En las rendijas sin aire los clavos muerden el roble. Esta noche sin estrellas -entre las diez y las once– llaman pidiendo limosna las manos de tres ladrones : para mendigar, humildes: y para robar, feroces. Cofrades de la rapiña, curtidos en piel de bronce, por sus oídos resbalan llantos y lamentaciones, y en los músculos hinchados el desafío responde ... Fray Angel salió a la puerta con un manojo de azotes. Las ·manos de bendición preparadas para el golpe. 74

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