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EL Al\IOR NO ES AJ\IADO El poeta de cumbres, el de los ojos limpios, hoy arrastra gimiendo todo un jardín marchito. En el campo se alarga la sombra de Francisco. Serafín solitario, sin rumbo y sin camino, se le deshace en lágrimas el canto estremecido. ¡ Cómo se queja el aire, cómo tiemblan los trigos, cómo gritan los ecos, cómo solloza el río! Un verso vacilante despojado de ritmo; y el vaivén de la nada entre horizontes fríos ... Torrentes de peñascos y tallos sin cultivo; 51

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