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Y si mis frailes tuviesen montones de perlas finas, y resucitasen muertos sepultados de tres días; y hablasen lenguas humanas y di-:inas ... y convirtiesen al mundo en una hoguera encendida; si no tuvieren de amor llamas vivas ... Escríbelo, fray León: no habrá perfecta alegría ... » El fraile que tiritaba la canción no comprendía; las orejas se le helaron en medio de la ventisca: y el viento se le enroscaba como una serpiente viva. Volvió la cara impaciente y gritó con mucha ira: -«Por amor de Dios, hermano, anda un poco más aprisa, y dime pronto, si sabes, dónde hay perfecta alegría.» Pero Francisco cantó con voz más fuerte y altiva: -«Si al llegar luego, de noche, a la puerta de la ermita, sale el portero y nos dice palabras descome<lidas, 43