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Fray Francisco se detuvo con las dos manos en alto; y el eco fue repitiendo una voz que era un mandato. Cuando el lobo se acercó nervioso y avergonzado, de los dientes le colgaban vellones rojos y blancos. La mano del Serafín le acarició el espinazo; la fiera se le rindió y lamió sus pies descalzos ... El sermón fue de los buenos : muy corto, pero muy claro; y la penitencia larga. El lobo se puso pálido. * * * En la brisa de la tarde llega un rumor de milagros. Los habitantes de Gubbio abren corrales y establos. -«Que viene el lobo, que viene ... arrepentido y llorando.» Sin cadenas en el cuello y sin cortejo de palos, la fiera pasaba humilde entre los corderos mansos. La procesión se detuvo en la plaza del mercado; 40

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