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Horas de la medianoche ... La noche quedó sin habla. Cien jinetes se perdieron prendidos en una ráfaga. Por las callejas se cruzan las cuerdas de las guitarras ; en el alma de Francisco sollozan las notas falsas ... (Un pensamiento de acero entre las sienes se clava). Entre los dedos del Príncipe se deshoja la esperanza, mientras el ansia le quema como un carbón las entrañas. La angustia le pone agujas de ilusiones y nostalgias y un torrente de tinieblas se le ha caído en el alma. Rodando viene, rodando, el frío de la alborada; los bullicios de la noche adormecidos se callan. Mañana, cuando amanezca, Francisco tendrá una espada, frenesí en el corazón y en la cabeza una llama. ¡ Y quedará sin estrellas el espejito del agua! -«Dormid, damas y galanes, hasta pasado mañana. 31

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