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::.\íientras queda fray León en vigilancia y en espera, el Serafín se ha encerrado en una gruta desierta. Allí encontrará su cielo, cielo de paz y de piedra. El silencio está escuchando suspiros y confidencias. -«Oh, mi Señor Jesucristo, palabra eterna, mensajero del amor, capullo de omnipotencia, fuego impaciente que quiere prender hogueras, clamor de secos desiertos, puente entre el cielo y la tierra ... ¿ Quién sois Vos y quién soy yo? ¿Por qué me apremias? ¿Quieres mezclar mis angustias con las que a Ti te ator,mentan? ¿Has quedado sin arcángeles que te quieran? (Un serafín con seis alas responde con su presencia). «¿Se apagaron tus luceros? ¿Quieres que yo los encienda? ¿Qué fuego has puesto en mi carne, y qué tormento en mis venas? Abrázame, Serafín, despréndeme de la tierra ... 130