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LECCIOK DE POESIA Francisco, tú no invocas el «soplo de la Musal> ni sus lámparas: mas siempre, de tus labios juveniles, la poesía alegrea1ente salta. Muéstrame los veneros escondidos ... Mi corazón despierta mientras hablas: (Voz ele Francisco.) -<{j Ay, esa red de vanidade:c: loca:c: que te aprisiona el alma! Laberinto de orgullos y desprecios, montones de hojarasca, que ocultan huellas, trinos y horizontes y al aire roban sus mejores galas ... »Allí está Dios; mas nunca has de saberlo si no limpias de polvo tu mirada. No vendrá la canción, ni vendrá el goce; ni el árbol te dirá dulces palabras; ni el crepúsculo tibio ha de contarte nada; 123

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