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Un vuelo blanco de garzas salta en los álamos rubios; alondras y ruiseñores se dan el primer saludo y mil vocecillas vibran en diálogos diminutos. Los fantasmas de la niebla dejan su claro refugio; y las alfombras del cielo palpitan de blancos humos. El solitario del lago cuarenta días estuvo embriagado de visiones y alimentado de ayunos. Cuaresma de imitación y con tanto disimulo, que por vencer vanaglorias ha traído dos mendrugos. Ya no podrá Satanás entretenerle el orgullo; que no es cuaresma de veras la que tiene el pan seguro ... Pero Francisco vivió en un éxtasis de júbilo, y las hambres no pudieron clavarle su diente agudo. Medio pan quedó mordido y el otro olvidado y duro ... (... Que Dios le sentó a su mesa los cuarenta días justos ... ) 114