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8 Francisco salta a la orilla y siente el callado embrujo de la soledad que llama ofreciendo flor y fruto ... ¡ Qué grande viene la noche ... ! ¡ Qué solemne y qué profundo el lenguaje de las sombras atravesadas de arrullos ... ! * * * La hora de las estrellas ... Cada estrella es un capullo que en el cielo da su luz y en las aguas su dibujo. La luna se va elevando con su corazón desnudo. Ya viene la voz de Dios y el palpitar de su pulso y la brisa de su aliento y sus mil ojos agudos. Y el alma del fraile sube certera por altos rumbos. Su mirada vaga ansiosa de Júpiter a Saturno; y más allá de los astros descubre luz de otro mundo. La noche va cautamente por vereditas de musgo. A su encuentro viene el alba con sus rocíos maduros. Y Francisco se despierta de sus ensueños de triunfo. 113

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