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Pero al hombre --dura entraña– hay que decirle: -¿Me oyes?– y vuelve el rostro de piedra apretado de rencores. Has fracasado, Francisco, como fracasan los pobres. Eres poeta y juglar: el viento lleva tus voces. «¿Her,mano?» ... Busca otro título que pueda dársele al hombre ... Pero sus palabras vuelven llenas de amor y reproche: -«Hay que decirlo y decirlo, y aunque en las piedras rebote. cada letra será un canto y cada sílaba un golpe. Las piedras se llenarán de lirios y ruiseñores ... »Sea de hermano tu voz -palabra y acción acordes-; y sea tu alma hermana y tu caricia uniforme : ni privilegios al rico, ni vilipendios al pobre. »No tenga puertas tu vida ni madrigueras ni torres. Que penetren en tu amor los santos y los ladrones. 106

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