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vuelto frívola por fuera y vacía por dentro. Son muchas ya las jóvenes que sin papel decorativo y un poco frívolo 110 entienden su función humana. El destino de la mujer, siendo bello y atractivo, es serio y alto. La mujer nunca puede sin degradarse consentir que se la trate corno un mero juguete agradable. El materialis– mo moderno tiende a ello con tenacidad y malicia. Dios n•) hizo a la mujer bonita para que ella lo supiese y se contem– plase en el espejo; ni siquiera para que la contemplase el hombre. Dios dió belleza a la mujer como fuerza de aposto– lado, para llevar por ese camino, que a todo hombre gusta andar, hacia Dios. La belleza ejerce una fortísima y hasta irresistible fuer– za en el ser humano, que ha sido creado precisamente par,1 la posesión y el gozo de la Belleza infj.nita; así la mujer bella es camino hacia Dios. Recuerden sin embargo, las jó– venes que se tienen por hermosas, que el diablo siendo feí– simo, puede transformarse en ángel de luz; la belleza, sien– do camino hacia Dios, puede fácilmente llevar al diablo. Aquella frase que alguna de mis lectoras tendrán escrita en el reverso de alguna estampa de la Inmaculada: «Que vién– dome, te ven», podría ser romántica y cristiana meta é!e apostolado de la mejor juventud femenina. Para eso las hizo bellas Dios. Nada más antifemenino que una mujer arrastrando al mal, pervirtiendo al hombre. Para la mujer se dijo: «Florete quasi lilium, frondete in gratiam». Floreced como el botÓD de lirio, expansionaos en gracia. Siendo la misión y natu– raleza de la mujer espiritual y religiosa nada más opuesto 99

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