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La rnuJer en el templo 110 debe presentarse en ningun:1 forma quc pe,1,;ar e11 vanidad, mumlanismo o pecado. Por esto no estú bien que se entre con el vestido de última moda, pues IúcilmPnte distraerú la atención que sólo Dio3 debe recoger. Al templo se va a llorar pecados, a pedir foer– za y virtud preci5:an1rnte para vencer al mundo en sus va– niclade,; y a la propia naturaleza en Slb tendPncias malsc1- nas. Viendo a ciertas jóvenes t'n el templo se hace dificultos'.) pode:· pC'11';:1r que e1oiún en 61 para esos santos fines. Bie11 ciertas pueden rstar que con una presencia escandalosa, le– jos de obtener gracia y adquirir --virtud, rnerecerún enojo de Dios. Hay mujeres a quienes se les debería aconsejar no entrar en la Casa de Dios, puesto que en ella no hacen otra cosa que tentar a los hombres y ofrncler a Dios. Se espan– tarían 1nuchas si conociesen los pensamientos mundanos, in– modestos y hasta sensuales que en los templos hacen tener a los hombre,. El templo ps recinto sagrado. rs la Ul'iil de Dios y Difl~ es rnntidacl infinita. Jesucristo echó a latiga:'.OS a los profa– nadores del templo, siendo el único caso en que obró ele for– ma violenta. En el Antiguo Testamento Dios tenía precep– tuado ritos durísimos que exigía rigurosísimmnPnte para la defensa de la santidad de su templo. E 1 templo cri,.tiano se consagra con rito:i especiales. Se profana gra--vemente con derramamiento viol<mto ele sangre y otras manifestaciones jurídicamente scüaladas que impi– den la ejecución del culto sagrado y necesitan reconciliación oficial. Todo acto irreverente en el templo tiene en cierto modo un carácter de profanación de su santidad. 95
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