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ahna. ilO nial. que las el qne 1nd::i peligros. c¡nr !'a, ,lite la lucha contr:1 que Clll'P. aunque saque c;mgre. Las jóvenes en los momentos grayes de su vida rnPlen tener miedo al confesonario; venzan e,,e terror y VffYérn a 61 segunr. de que encontraníu allí su mejor defensa y apo~·o. La joven moderna sin piedad aut{•ntica estú en peligro de constantes profanaciones de la santidad del templo. E, irreverente y está prohibido hablar e11 él sin nernsidad -:,· con ella en voz alta; presentarse en formas i1npropias. con la deselvoltnra y disipación con que podría entrar a v1s1- tar 1111 museo, mirando n todas partes, al que entra o ~nlP. Es irreverente entrar en el templo sin llevar cubierta b cabeza. Algunos velos que usan las nmjeres no cumplen Pl fin de su empleo, puesto que no cubren nada. Es lúslirna que inviPrtm1 el dinPro en comprarlos. I ,a Iglesia qui0rP qnc la mujPr evite toda posible distracción a los demás rn lugar tan santo y mucho mús toda posible tPnté1ción. San Pablo enseria quP el velo de la mujPr en el tpmplo es signo de .',ll sumisión y rlqwndencia al varón. Con todo, no veo repren– sible que en casos imprevistos se entre en el templo a hac 't' alguna breve oración sin velo en la cabeza. Es sin durla m,ís reprensible que el no llevarlo pm'sto, el us2,rlo de colores lla– mativos o con estampados profanos o escandalosos. No estú bien entrar en la iglecia con la chaqueta puesta sobre 1o; homhros, ni desarreglada, clando a entender falta de fe en la presencia ch~ la majestad de Dios. La actitud Pxterna del cric;tiano t'n el templo debe reflejar el misterio de la prPsen– cia de Jesucristo el Hijo de Dios y al mismo tiempo la nn– porlimcia y ,Priedad del acto que se estú rPalizando. \) ¡

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