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vigor ni fuprza para entregarse a la piedad cnstrnna, auste– ra, mortificativa, privativa de goces de mundo; piedad de cara a otro rrmndo. La piedad tiPne mús de entrega que de postura y acti– trnl externa. La piedad es amor y amor que no da nada, no es amor. La piedad arranca de la idPa sentida de que el bien moral es Pl único bien s6lido a que debo aspirar el hombre: 1111 suprPmo bien, es quP yo sPa moralmenlP bueno. La piedad no es un rito, es una actitud interna ante la vida y las cosas, nacida d(' un concepto surwrior, sobrenatu– ral sobre la vida y las cosas. De la piedad el cPntro es Dios; todo lo que 110 sea Dios o sus intereses es ajeno a la pi<,dad. Piedad <'s sentir, pPnsaT y rksear como Dios, poner a Dios por eje de la vida. La piedad fundamentalmPnte está en Pl cumplimiento del deber, en la observancia de los preceptm religiosos, en h obediencia a la Iglesia y a su Jerarquía, en el p,fuerzo dia– rio por la adquisici6n de las virtudes. Una juventud que frecuenta la iglesia, que comulga los primeros viernes, que pasa las cnpnté1s del rosario, pero ham– brienta de mundo, sin sentido wbrenatural de la vida, que menosprecia e incumple las normas repetidísimamente ur– gidas de decencia y moralidad pública, que no pierde baile ni diversión, que va a todos los cines porque «a mí no me hacen claflo», es una juventud peligrosamente eq1li-rncada. El paganisnrn honraba a écUs dioses con s61o culto exter– no; cr?Íém poder ser hombres religiosos .,iendo ladrones o lu- !11

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