BCCCAP00000000000000000000528
de 11,, acomodarse a YlVIr y portarse cmno todas, no se pue– de llamar üoüa a una persona. Lo podrá ser por otro capí– tulu. Y aun siéndolo, sepan las jóvenes, que hay pecados ma, grave, que la üoiiez. Se puede mús razmrnblemente sospechar de imperfección, Yanidad, impureza larvada, defecto de fortaleza cristiana, apego pecaminoso a los bienes del mundo en la joven que se acomoda dPmasiado gustosamente al vivir social, múxime d actual vivir social. No se suele seguir al mundo en sus for– mas de vida buscando la propia perfección, sino más bien icndo el propio gusto. La mujPr tiene natural pro¡wnsión a convPrtir p} senti– miento religioso en medio sagrado para conseguir fines egoistas y hasta pasionales. Está tan fuertemente arraigado el sPntimiento religioso en la mujer que a veces hasta cuan– do su voluntad busca el mal, usa de él. «Padre, yo que tanto ¡wdía a Dios que fuese él mi novio y ahora me ha deja<lm>. E inmediatamente la queja contra Dios por no haberle servido en sus intereses humanos pre– miendo su piedad con un marido. A muchas mujeres tal vez diría N. Sei10r como a aquel joven judío que buscaba su autoridad e influencia para sus intereses humanos: «Hombre, ¿quién me ha constituido a mí repartidor de haciendas?» Las mujeres piden demasiado a Dios bienes humanos y demasiado poco bienes espirituales. La piedad en ellas tiene mucho de agencrn de intereses puesta en el cielo. No es que
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz