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La mujer es por naturaleza piado~a; la Iglesia la llam<i el sexo devoto. Gloria del Catolicismo es la piedad bella .v sincPra de muchas mujeres. Sin embargo, son hoy muchas las jóvenes que viven engafiadas sobre la Yer<lad de su pro– pia religiosidad. La mujer es propensa a practicar una pie– dad utilitaria y comodona. Una piedad así sería demasiad:1 fácil; para esa religión no era necesaria la venida de Dios r1l mundo y menos su muerte horrenda en Cruz. La religión que vivPn muchas jóvenes modernas no con– vence a nadie; es sospechosa por mundana y egoista. A 11:1-– da resiste con mayor violencia la voluntad de la joven mo– derna que a la piedad que no está acorde con la elegan– cia y el bien parecer en el mundo. Esta actitud, podrú no ser mala, pero Ps muy sospechosa de antievangélica. La piedad auténtica del cristiano fué siempre poco mun– dana, porque lo nnmdano fu{, siempre poco cristiano, hoy menos. Y es poco cristiano por la valoración exagerada de lo aparente. vano y temporal. La joven moderna moteja in– consideradamente de f10fias y viejas muchas fórmulas autén– ticas de cristianismo perfecto. Muchos modos de vida moderna o son imperfecciones 1) peligros ante la ascética cristiana; huir de ellos, romper con ellos, en sL es más perfecto que seguirlos. Por el solo hecho 88
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