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na mala que mueve e incita a otro a pecar. Esta acción in– citante puede adaptar cualquiera de las variadísimas formas con que se puede presionar moralrrwnte la voluntad humana para que haga el mal: un gesto. un vestido, una palabra, una postura. El escúndalo puede ser voluntario o involuntario, según que haya en él conocimiento o no del efecto tentador del acto que se pone. El escúndalo involutario puede ser culpa– ble cuando lo es el motivo de la involuntariedad. Cuando existe duda sobre la maldad de la acción que se va a ejecutar hay obligación de poner los medios para salir ele esa eluda. Por el modo o intención el escúndalo puede ser directo o indirecto, según que ,e busque o no el pfecto malo de la acción escandalosa. Una joven que para atraer la atPnción de un chico, para iniciar unas relaciones con vistas al matri– monio, se ofreciese en forma o modo preparado para susci– tar una tentación rfo pecado, cometería_ escúmlnlo <lirecto; buscaría el pecado como medio para un fin bueno, lo que nunca es lícito. Este es pecado horrendo y satúnico. Con el e~cúndalo indirecto no se busca propiamente el pP'',Hlo ajeno, pero se pone cunscientemPnte y sin motivo jus– tificable una acción que lo ocasiona. La vanidad y el egoís– mo pueden ser en la juventud f PmPnina tentaciones fuertes para caer en este pPcado. El escimdalo, tanto el directo como el indirecto, es ele suyo pecado grave, aunque en distinta medida. La gravedarl objetiva del Pscúndalo no ,p rnide por la intPnci(m del que escandaliza. ni siquiera por !a graYedad que en sí tiene la

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