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La cooperac10n al pecado se puede realizar con cualquie– ra de los modos con que se puede influir en la voluntad de los dPmús: con acciones o con omisiones: mandando, acon– sejando, consintiendo, aprobando e incluso uegafrnnnente, no impidiendo cuando se clPhe y rnw<le hacer. Acertar en cada caso con la relación que rnwrle tenPr b cooperación con el pecado ajeno y con los rnotiYo:; que po– tlrí,u1 ju•;ti[icar n11a cooperación física al mal dP otro, no siempre resulta fúcil, por lo quP la jovPn en sus duct:1', d,-•be consultar a un confosor prudente y preparado. La sola presencia puedP lener. y geiwrnlmente tiern', n° 0 - ponsabilidacl de coo rw1·ación en la acción que se presP1tci:1, puesto que lleva implícita una cierta unión de voluntad con el acto ajeno. Asistir a un combate de boxeo o ele «catcln, entrar y toniar parte en las fiestas nocturnas dP mi cab;1rC'!, aun p1·escilidiendo de los actos que personalnwnle puedan cometerse en eslos lngares, lleva la maldad ohj 1 ·ti-va que Pl espcclúcnlo tiene. por la doble cooperació11 n·fJrnl :• econón1ica qrn· siona. Quien mira, alaba o goza una acción ele otra per•m1:1 se une a la bonclacl o maldad que dicha acción tiene. La auto– ridad que, ante un mal que puede y debe evitar por fun- ción. calla. coopr:ra a ese mal. hace re:;ponsahle del mo. La madre que conoce la maldad de la acción de un hijo sometido a su autoridad y por motivos no jmtificablc,,. ca1la. haciendo con su silencio que la obra se realice, es respon•;a ble ele la malclacl de dicha ohm. El que calla otorga, siempre que sea obligación el hablar. La joven que alaba una acción pl,caminosa o e.3canrlalo– sa, participa activamente en la maldad de p,a obra Y si el 79

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