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cnlpahk b ignorancia del que positivamente ha rcchazado los medios para conocer el deber ni cuando la laxitud peca– mino:a de su conciencia le impide ver la gravedad o malici, de ,.u, acciones. Hay ceguera culpable, que no exime de n's– prm,abilitlad. Hay jóvenes qne intentan tranquihzar su con– ciencia al<•gando que no ven pecado en ciPrtos acciuiies pn– sonales, pern conocfl1 que la Iglesia y ,w; mini,:tni•; de otro modo; en estos casos no .,un disculpables eu ,:u, acoones. Copio a un teólogo moralista: «Lo:; húbitos o volnntariamrntr adquiridos y no rrtractado5 siguen influ– yemlo con voluntarinla<l pn su causa sobre los actos puestos en fuerza de esa costumhre, aun sin conciencia actual -le .,u rnalicia. l\Iuchw; conciencia,, m l ualmrnte rlrn·micl;,-, diferaltismo rdigioso, no excusan ck La jon'n que cuando c;e lP intPnta rnanifo:;üir h malrhid de sus ohras, muy grariosar11e11te SP los oiclo,, para nn compronietrrsP y poder s0guir con tnmqnilidad la linPa l[lW lleYa de su conducta. de librarse de,] mal de , n•; nes, agrava su maldad. La cooperación material a un él] (']]O 1í- cita cuando la acción con que ,,e colabora 110 es niala y al mismo tiempo existe m1 motivo proporcionado para ponerla. Nunca, sin embargo, es lícita, si la acción a que se colabora intrínsecmnente mala. I'fo se puede sin pecar cooperar n ].1 venta de un libro malo, a un ahorto, etc. Se podría, en cam– bio, poner una escalera a un ladrón que intenta robar cuan- do de hacerlo le ocasionaría un mal ,:::rave. Cum1lo yor mal se a la persona por no cooperar mélterialmr11 [,_,. nrnyor motiYo para hacerlo ,, Y1ceYersn. 78

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