BCCCAP00000000000000000000528

La huí<la del peligro u ocas10n del pecado estarú tanto más gravemente preceptuada cuanto mayor sea. Un peligro insignificante que fúcilmente la voluntad vence. no reclama una defensa igual a otro en el que se teme que la voluntad no pueda vencer. Para valuar la gravedacl de los peligros se necesita conocpr la propia condición y propensión hacia f'l mal. Hay peligros generales, que lo son para todos los hom– bres; los hay relativos que lo son en ciertas condiciones o circunstancias, de pPrsona, lugar, modo, etc. l\Iuchas cosas son peligro para un homhn~ y tal vez no lo sean para lm,1 mujer, lo son para un tempPramento y no lo son para otro. Los peligros unos son graves y otros leves. según que fácil– mente o con mucha dificultad se puedan superar. San Alfonso dice que exponerse' a un pt'hgn, graye personal constituye pecado mortal. Otros teólogos no Yélll lan adelanie. Es p0ligro clP pecado aqudlo t1ue incita o inclina a co– meterlo. Es ocasión cuando el peligro es externo, perceptihl0 y oportuno. Tentación, cuando está ,presente. La ocasión ele pecado puede ser activa o pasiva, según que se padczrn o se haga padecer. Poner ocasiones de pecado es acción pro– pia de Satanús. Todo pecado público tiene razón ele tenta– ción u ocasión de pecado para los clPmás, porque dada la condición humana la flrPSPncia del mal incita a cometerlo, máxime el pecado deshone,to. Exponerse a un peligro que no se previó inculpablemen– te no constituye pecado alguno. De .,uyo el mismo pecado -;e comete cuando ,,e expone uno personalmente a pecar que cuando exponP a otros. Si la acción que incita a pPcar es in- 75

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz