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que es la mejor defensa; la inocencia defiende mejor qne la ciencia. Hay cosas que la mujer, y menos la joven, no delw saber nunca, por delicadeza y por propia defema. La juventud femenina es caprichosa por demasiado comen– tida. A la mujer debe mimarla el hombre por caballerosidad, pero ella no puede dejarse mimar en exceso para no hacerse egoisla y frúgil. La joven que admitió muchos mimos care– cení de carácter, vivirá amargada y será incapaz de labrar la felicidad de un hogar y menos de ser madre abrn'gada. Tambi{,11 para las jóvenes estú el dicho del filósofo pagano Epicteto: «sustine et abstine»; resiste y prívate. Nada 1rnís antilmmano --¿la joven no es humana?- que ser hoja de viento, nube que pasa, humo. Es ridículo y desconsolador el espectúculo de una joven que no ha pensado una sola vez en problemas serios y trascendentales, para quien el Yivir es sólo reir, gozar y lucir. Hoy. joven, todo te lo consienten. en casa y fnPrn. tu ju– ventud y simpatía ponen una nota agradable hasta en tus pero así no serú 0 :iemprP. J\Iafwna pesarún ~ohre tn conciencia los problemas ch~ un hogar en los que no te resol– verún nada ni tu belleza ni tn simpatía, sino tu capacirbd de sacrificio, tu abnegación y tu virtud. Si ahora de jo...-en no eres capaz de todo (!W, no drnlcs c1ue menos lo serús enton– CPS. Sufrirás y harás sufrir. Las jóYenes se detinien poco a pensar en la multitm1 cb mé:trimonios desgraciados y menos piensan ai'm en las cau– sas por donde llegaron nmcha 0 ; a Psas tragPdias. Dehen pen– sarlo para aprenrler y escarmentar a tiempo. La sociabilidad oculta muchas tragedias, que la joYen desconoce. pPro que ,;a– bemos los que mi.ramos entre bastidores. 06

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