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Esto,, pe11smnientos altos, trasce11cleni.e~, son los que han de dar fuerza a la jn..-entud femenina para pocler decir no en la~ múltiplPs ocasionPs en que el placer y Pl mundo le inviten gusto.,arnente a sentarse a su mesa. Nadie cae de re– pPnte. No digas nunca, porque es mentira, que no puPc1Ps re,-i<tir, que no puedPs oponerte, ha:~ lo que puedec. quP e, mÚ< cL" lo q1w piens:1°;, y picl0. insiste. lo que> no pueclPs y ~e lP claní. El mal nunca se justifica. La virtwl Pll Pl mundo cada día se f",tÚ ponü,udo mú,; difícil. porque el mundo progresa Pn maldad y sugPstión. No piense la joven que conservarse en gracia, vivir en autén– tico catolicismo, le va a resultar tan asequible como le fué a los quince aüos, tal vez a sus dieciocho. Si no es fuerte. si no estú sólidamente formada y ejercitada en la virtud, cuan– do llegue el monwnto, que muy posibkmente lleganí, Pn que 1 P sea imprescindible la fortaleza y virtud sólida, caerú y una caída pierde --vcintP aüos de virtud, treinta. El quP persevare hasta el fin, éste se salvar{¡ y cuúntos combates y cn(rnta sangre habrú de verter quien aspire a llegar al fin en pie. La castidad se estú poniendo, aún para la juventud fe– menina, inasequible. DPscle todas las esquinas y Pn todo mo– mento y con armas eficaces se combate para arrPbatarle este te.½oro. Í';; ya casi un niilagro que la mujer sea ca:;ta durante mucho tiempo. Cuanto, pues, jo.-en. rnús vigorosa hagas tu voluntad, cuanto más te eduques y domes tus pasiones, ma– yores garantías de triunfo y seguridad. Evitar peligros gra– vcs Ps ya imposible para la misma joven m!is recatada y te– nwrosa; sin cierta seriedad en la vida, sin prudencia y re– celo y gran dosis de fortaleza no es ya posible la Yirtud a la juveutncl femenina.
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