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La dignidad de ser persona, cnstrnno e hijo de Dios es la raíz de toda grandeza humana; el honor es un derecho de la dignidad. es la reverencia que por su grandeza reclama. El honor exige a uno prnpio y a los demás. El hombre no es una flor ni una máquina, por perfecta que se la suponga, ni una bestia superior; es n1ucho 1nás, casi infinitamente rnús. El homhre tiene el canon ele su valor en Dios. a quien copia y refleja. En esto radica su clignidad y ,u honor; sus derechos y sus deberes. El hombre que no estima su dignidad ni guarda .,u ho– nor pierde en cierto sentido el derPcho a sPr hombre; infama a la Humanidad, nos ofende a todo,. PenlPr el honor, pros– tituir la dignidad es la suprema ofensa que se h:,ce el hombre. La mujer no tiene dignidad ni honor distintos del hombre, p0ro el honor fem0nino aflora mús a la superfici0, es mús delirndo .Y exigente. precisamente porque pif'rde cou ma– yor facilidad y sobre 61 ce apoya mús el Yalor ele la muJer. La mu3er frecuentemente ce rebela cuando oye hablar a~í. pensando que se la desestima. pero lo cierto es lo con– trnrio. Pon1ue ,e rnhreestima a la mujer. se rlefiende con in– sistPncia su honor. Ay del mundo y ay de la mujer si se

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