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Es ya sabido, aunque parece que no por las jóvenes, que las novelas son tanto más solicitadas cuanto en ellas lo hu– mano más se encanalla, como dijo D. Eugenio Montes. Para muchos, un buen personaje de novela tiene que ser un crimi– nal o un malvado. Es signo claro de degradación de un pueblo la afición desmedida a lecturas frívolas que sólo hablan a los sentidos y a la fantasía. El gran Lacordaire escribió que nada más lamentable que la pasión por libros quiméricos que ningún hombre puede leer sin menosprecio de sí mismo. Su lectura PS un auténtico sacrificio a la nada. DOCTRINA DE LA IGLESIA La Iglesia, en su Derecho Canónico, tiene dadas normas concretas para la defensa contra el peligro de los malos li– bros. Les convienen a las jóvenes conocerlas. Son éstas: 1.~ Sin la previa censura de la Iglesia nadie puede edi– tar la Sagrada Biblia ni sus comentarios o anotaciones. Ni lihrns que traten de la Sagrada Escritura, Teología, Historia Eclesiústica, Derecho Canónico. Etica y en general aquellos quP traten de religión o moral. Tampoco sin su autorización se puPden publicar libros que traten de oraciones. devociones, vida espiritual y en ge– neral de piedad. La licencia para la edición de estos libros compete darla a los Obispos, en algunos casos al Papa. Los religiosos y 327
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