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Para terminar: ¿cxislP alguna íórmula cnslrnna que ha– ga posible la asistencia a las playas en la actualidad con tranquilidad ele conciencia? Esta: Comportarse de tal modo la joven que su cuerpo no pueda ser visto ele> cPrca por nin– gún hombre en traje de baüo. Ya lo hemos dicho y lo ense- 1-1a la IglPsia, el espectúculo de la mujer en traje moderno de baüo es sustancialmente indecente P ilícito. Por lo tanto que– da a la jon'n que quiera comportarse cristianamPnte esta so– lución: o alejarse ele la vista de los hombres o adoptar bafia– dores distintos, o encontrar el modo de que no se lPs ¡mPda contemplar en baüador. El albornoz moderno que se ha introducido últimamente' en las playas y que deja a la vista toda la pierna. es indP– cPn tísimo e intolerable en moral cristiana. DOCTI~lNA DE LA IGLESIA Siendo la playa es¡wctúculo infamp y salYaje. las trermm– flas invenfrvas y austerísimos exigencias de la IglPsia Pstún Pn su punto. La Iglesia PS la sal <lP la tiP1T,1. Sólo clarnnos algunos testimonios seguidos de las norma, concretas dP la autoridad eclesiéÍstica y del poder ciYil sobre P] comportmnÍPnto rlPbido en las playas. «Es parn nosotros deprimente el ambiente amoral que de pocos af10s a esta parte se ha vPnido formando aquí (pn la cliócPsis dP Ibiza), llegando a decir en la prensa ele ]\fo– drid que el Yeraneo de Ibiza es de los más indecorosos v co– rrompidos de Europa». (Obispo de Ibiza. 19561.
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