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nnsmos o por sus formas de saltar», numerosos bailes que enumeran, tales como el tango, el fox-trot, el vals y la polk,-i (Ilegatillo-Zalba, Theologiae Mornlis Summa. t. I. pág. 91 3. n.9 961 - B. A. C.). Nadie pone en duela que no pocos bailes más moderno,. que hoy se han hecho populares y que ejecutan «tranquila– mente» muchas jóvPneb «piadosas» son considerados por toda persona seria y consciente corno tan lascivos y más quP lo•; expresamente condenados por el Sínodo de Quebec. Así, por Pjemplo, el «mambo», del que el Cardenal Guevara. Arzobis– po ele Lima, mandó a los confesores que negaran la absolu– ción a las personas que tomaran parte en tq. Los antiguos Obispos maldijeron los bailes paganos como <vergonzoso emporio ele obscenidades» (San Basilio), «escue– la de lujuria» (S. J. Crisóstomo), «sepulcro del pudor» (San Ambrosio). Y San Agustín: «Todos saben que los bailes li– -vianos y lascivos suelen ser refrenados por los Obispos». Los bailes modernos, en general, no puPden ser considerados co– rno menos lascivos que los paganos. De los modernos bailes elijo el Papa Benedicto XV: «Nada puede hallarse más apto para quitar toda vergüenza, como estos bailes, a cual peores, que han siclo importados rlesclP la barbarie al mundo elegante». Pío XI en su Encíclica « Ubi Arcano» dice: «Las fronte– ras dPl pudor han sido traspasadas sobre todo en el vestido y en los hailPs por la frivolidad de las mujeres y doncellas. En muchos lugares ya no se hallan costumbres propias de cristianos. parece quP la sociedad quiere retroceder a la bar– barie».
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