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La maldad objetiva del baile moderno. no hablo ahora de las posibles intenciones malsanas de las ¡wrsona~ que lo ejecutan, estú en las formas o modos que lo constitu~,-en y la~ circunstancias que lo acompafüm que son, generalmente. inmorale,: gesto, actitud. música, ambientP, etc Recuerdo Y,J la franqueza brutal con que un cobrador de trolebús grita– ba sonriente a los viajeros que llenaban el vehículo: , Aprié– tense como en el baile». Expresión que halló eco gozo~o en muchos labios. Las jóvenes que frecuentan los hai.!Ps suelen negar esta realidad ka y perversa del baile. son malas o in conscientes de sus propios impulsos instintivos. La mujPr Pll el baile, con demasiada frecuPncia, busca. mús o mPnos ve– ladamente el acercamiento del hombre. incluso por moclo, nada clecPntes, aunque ella no reflexione sobre la realidad (le ~us propios acto,. En el hombrP e-;te impulso es n 1ucho mús acentuado y declarado. Contrarim11ente a lo que hacP la mujer, lo reconoce y lo declara. El baile lleva implícita. galantl' )- rítmica. una e11tn'i-!:1 personal. El baile intima. en p] bailP el espíritu --quizú rnús que el espíritu---- el(•] hombre y la mujer SP lntP,m. Por e~o PI baile agrada y el novio no consiPnte que su pronwtid,1 baile con otro que no sea él. Los qne juntos bailaron hoy. donde quiPra que se Pncnentren 1nañana. se niirarún corno no se mira al extraño. Qué bochornoso para la joven baila– rina al encontrarse entre una multitud dP hombrP, te11f'I' qw, decir: bailé con todos, ¿Qué deja parn su esposo la mu jer que se da a todos? No entiendo qu6 sabor puPdf! enc011 trar un hombre en escoger para sí a una mujer quP ha quP rielo a todos. Si yo pudiera hablar a los hombres solteros le, diría: no os caséis con una bailarina. apena, ternlrú qm; daros.
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