BCCCAP00000000000000000000528

cie11les el H'11eno de las películas. Los efectos los irún sm– tiendo poco a poco. <:El tema del cine es de tal gravedad, dice el Papa, que creemos necesario insistir una vez mús atPncliemlo al bien ele todo el mundo católico. Es necesario, urgente, que el arte sirva a Dios y al bien ele las almas». Dice en este, documpn– to que el afio de 1930, los mismo~ productores. alarmmlo, de los efectos destructores de la moral que el cine estaba proclucin1do. ,e comprometieron a no producir películas que pudieran rebajar el nivel moral de los espectadores o qw' desacreditase la ley natural o suscitara simpatía por la vio– lación de la misma, pero. continúa Pl Papa, los n,sponsables y los operadores sr> mostraron incapaces de realizarlo o no quisieron sometersr, a lo~ principios que espontúnPa111P11te SC' habían obligado a observar. «Demostrada así la escasa dicacia del compromiso an!P dicho, parecía cerrado ya para siempre el cammo ele un ho uesto esparcimiento nwdim1tp la rnntnnplación cinPnialo grúfica». ,<Una naoon que en los n1onw11to-, de desca11so S(' dedic1 a diver,,ioues q1w ofenden el sPntido dPl prnlur. del honor :' clP la rnoral. sp conviertP nPcc~ariarnentP en ocasióu de [)l'– cado, Pspecialmente para los jóvenes, se Pncuenlra Pn grnYP peligro rle pPrder q¡ grandeza y su mismo poderío nacional». <,No existe hoy nwdio miÍs poderoso que el cine para in fluir eu las muchedumbres. El poder del cine e;,tú en que habla por las imúgenes. Estas se reciben con gozo y sin fo– t iga P11 cualquier alma por ruda y primitiva que .sea. Imú-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz