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El Cristianismo es para los hombrPs una forma de vicla; la f-ueute, pues, de los delwres del cristiano estú en el carúc– ter tle su propia condición. La primern exigencia del cri,– tim1ismo en sus profesionales es el conocimiento y la sobre– estima de su dignidad. El hombre, por ser imagen de Dios, reflejo personal del ser divino, posee un valor específico que lo eleva y distin– gue de toda la creación y le confiere un derecho al respeto y Pstima preferent(\ que justamente vindica y dfiende 0 1 hombre. Pero al mismo tiempo, su dignidad crea una res– ponsabilidad personal que obliga al hombre a comportarse Pn todo moniento conforme a las exigencias ele su condición su– pPrior. Ofender un hombre su dignidad, es ofender la dig– nidad de Dios que se refleja en su ser humano. A la propia dignidad nunca puede el hombre renunciar. La dignidad natural humana la sublimó más tarde Dios incorponíndose El a la propia naturaleza del hombre en el misterio insondable ele la Encarnación, en el que la Divi– nidad se injertó en la humanidad. La nobleza de la naturaleza humana y su dignidad se complementa alcanzando su perfección al ser elevada al or– den sobrenatural. EleYar un ser a un orden de naturaleza superior es conferirle cualidades vitales propiac, ele la natu- 28

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