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El inv<'nlo clel ciuP Pslú reconocido como elemento uti– lísimo ele cul lurn _\ formación, al mismo tiempo que de muy gustoso recreo; 1wro e11 el mismo grado el cine puede convff– tirse en íuerza de nüna y de perversión. De hecho el cine ha causado y eslú causando grandes males en el orden moral. Del cine el Papa Pío XII pudo decir CJUC' en {>] los hom– bree YivPn y rnuPren como si no hubiese Dios. El cine despierta el instinto. crea tendencias. provoca . · · .;:ciernes. El cim, intPrnacionaliza las costumbres y en gene– ral las no buenas. En el cine las imfigerH>'' se insinúan con tenacidad y fuerza quitando al espectador posibilidad de crí– tica e intc>rpretación: el cine se grava. deja huella indeleble. Pero al mismo lÍPmpo sP ha hecho notar que en el cine rara -vez se encuentra una familia junta. quP enfoca mal 01 amor. qrn, lo trata sin resprto. casi Pxclusivarnenle como lujuria. La primera conclu',ión rle la Quinta Semana Internacio– nal de Cine tenida en Valladolid en este año de 1960 rlicr• así: <Los n1lores religiosos entendidos Pn el sentido mús no ble y cristiano, estún ausentes de la mayor parte de la pro– ducción cinematográfica mundial». Y la segunda de dichas conclusiones: ««Ahu11cla11 las obras que exaltan y afirma11 los valore, y la dignidad ele la persona humana. rlP la fami• lia y ele la sociedad, pero hay quP lamentar que tales resul· lados se obtengan cou frecuencia a través de una represen lació11 del mal imwcesariamente clara y violenta>>. 270

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