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¿Qué muchacha no ha preguntado a su confesor: Padre, es pecado besar al novio? La mayoría lo saben, lo que bus– can es libertad garantizada. El beso es una muestra de afec– to y por esto, en sí mismo, lícito; pero entre humanos ,,1 afecto es peligroso y expuesto a desorden. El beso entre no– vios es una manifestación <le afecto prematrimonial y por ello más peligroso. No se besa a un novio como se besa a una madre. El beso es la puerta de algo muy íntimo y delicado que se abre; es la puerta del amor conyugal. De aquí su peligro– sidad y gravedad. Besos y abrazos no son accionPs de extrema gravedad. aunque lo pueden ser en la mente, pero son siempre el co– mienzo de cosas muy graves. Si el vigía no contiene al ene– migo en la puerta, más difícil lo vencerá en el castillo. El que no tiene voluntad para evitar el principio, que tiene siempre menos complicaciones, menos la tendrá cuando con– tenerse resulte punto menos que imposible. Será caso rarí– simo el de una joven que haya llegado al fin -al pecado grave-- con un hombre, sin que antes no haya habido muchas confianzas de las que no se sospechaba, ni temía. Primero, V., después tú; más tarde un beso y después lo otro... y por fin el llanto. Así se compendia la historia de muchas ilusio nes de jóvenes en su trato con los chicos. '!'i(i

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