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Nunca te adelantes, joven, a declararte a un hombre; la Jeclaración de amor corresponde siempre al hombre. Una reserva sonriente es la actitud que mejor cuadra a una mu– jer casadera; que les cueste algún trabajo el conquistartP. En los asuntos del amor la mujer es la dama y el hombre el caballero que la conquista. A la feria del amor el hombre va a comprar con todo su tesoro el a111or y la lwrmosura de ~u reina. ::\Ianifiesta valPr poco y se estima menos la mu– jer que se regala. La mujer que se po;.,tra ante un hombre para pedirle su corazón se prostituye. Dicen 1a., jóvenes: Con ese quijotismo no se conquista hoy Pl matrimonio. Están equivocadas y aunque así fuera, es preEPrible ser dama ante la propia conciencia, que con– cubina en el lecho de un rey. Ya sé yo que con esta doctri– na no están conformes muchas jóvenes modernas. Para ellas el matrimonio es mús estimable que el honor y tal vez más r1ue Pl mismo Dios. Pero sepan que querer obligar al amor r, un Prror y un imposible. El cariüo no se mete a la fuer•• za. IIaztP amable y cfoja al homhre que te busque. El amor rs lo mús personal y nace dentro, si no nace, no es rse hom– bre el tuyo, déjalo, aunque sangre tu corazón. Sed1 un día. una ,emana. ppro nada mús. Lo que no consiente Pl hombre es dejarse mandar por un,1 mujer. En el momrnto que observa que una chica lo busca. la rehuye y si la acepta es en plan de presa. aprovechúndo– ,;e ele su afún de conquista, terminando por ser Plla la rn– zada. En Pste plan toca pPrdPr siempre a la mujPr. No te exhibas dPmasíado; que no te conozcan todos los hombrP.s. Es gustosa la sorprPsa. Lo que te ddie interrsar rs 23G
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