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En la «caza» del novio la joven debe apartarse de ciPI' las costumbrPs y artps de chicas modernistas sin pudor c¡uP queriendo casarse a toda costa emplean para conquistar no vio; frecuentemente resultan ellas las cazadas. \ermi11ando c11 dolorosos desengaüos y fracasos irreparablt,s. Para cazar 110 todas las artes son buenas: el fin no legaliza los medio,. dicen los moralistas. Para conquistar a un hombre, así a secas. basta a un:1 chica ser desvergonzada, todos los iguales •-·-qne no son po– cos-- encontrarán en ella cebo para sus lascivias. Cuando una chica se ofrece, los hombres piensan que en aprov0char– ,;e ele ella no se la ofende. Que no sea el vPstido indec0nle con que te> presentaste ante> él, ni el atractivo ele vampires<1 con que tP manifestaste en la fiesta, por lo que el jon'n te acompaüa; irús por mal camino. Que Pl homhrP h,wa YÍ<;[() en ti algo digno dP amarsP. La frivolidad, el atrevimiento y la desvergüenza alean zan marido, pPro los maridos conquistados por Psos medio, ni suPlen sPr los mejores ni los que hacen feliz a una mujer. Entre esos están los futuros adúlteros. Atraer es fácil. lo intc>resante es ganar a un hombre ele valer. No intPresa ca– sarse sino casarse convenientemente y no se casa convenien temente la joven que llen1 al matrimonio un chico rico <J guapo, sino la que lleva a un hombre que la harú f Pliz y la n~spcte pn el matrimonio. A estos hombres no se les con– quista por todos los medios. La mujer que pretende triunfar del hombre por su físic;i, termina fracasando y pecando. La joven quP pone el idea 1 del matrimonio como única o fundamental ley de juventml se vuelvP Pn sociedad más pPrjmlicial que Pl mismo demonio.
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