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sutiles dd espíritu humano, emborrachaban a los esclavos para que. Yiénclolos e11 su repugnante aspecto. la juventud se apartase de tan feo vicio. Es inconcebible que una joven tome a fiesta la presencia de nn beodo. Que la joven se enterP con cautela, pero con garantía, s1 el novio padece taras lwreditarias. Si Pn su familia ha habi– do locos, epilépticos, alcohólicos, mi consejo a las jóvenes es que nunca se casen con tales hombres, aunque se manifies– ten normales. Esas taras tienen carácter recesivo y pueden aparecer en la descendencia inmediata o en la lejana. Ha_,. un peligro real y gravísimo que no se puede desatender, pe– ligro que sólo sP salva evitando el matrimonio. j\1uchas ca– racterísticas psicológicas se transmiten por herencia. No contribuyan por ignorancia ni egoismo personal las jóvenes a hacer llevar a sus hijos futuros una existencia atormen– tada y poco menos que imposibilitada para grni.rdar la ]py de Dios. Huye igualmente del antiguo vinoso; puede traer lesio– JH'S orgéÍnicas que te pueden costar desengaños para toda la vida. La incapacidad de descendencia puede venir de aquí. í\!Iejor PS no casarse que rasarsP mal; cada día van siPnclo menos los matrimonios felices y cristianos; cada día meno~ los esposos fieles y los padrPs conscientes. No tPma la jovPn dema,iaclo la soltería. Tú arnas al novio como puntal futuro de tu vida, ¡wnl en realidad, te casarás con su familia: su educación, su arn– hiPnte, sus tradiciones familiarPs pesaréÍn P influirán sobrP ti y sohre tu hogar futuro.

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