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cariño, a muchos hombres les importa casi nada porque aman poco; la mayoría de las ocasiones donde la joven ve amor en los chicos, no hay tal, sino picardía y pasión. El hombre cada día ama menos a la mujer y cada día va per– diendo puntos en su corazón, va quedando como objeto ape– titoso de pasión. No juzguen a los jóvenes por sus sentimien– tos personales porque se equivocan lamentablemente. Si es cierto que el hombre cada día ama y estima menos a la mujer, la culpa no está toda en el hombre. la tienen mucha las mujeres por no ofrecer a los hombres sino insus– tancialidades. El hombre para vivir feliz necesita una dosis de ilusión. pero sólo un ,-einte o treinta por ciento, nada más, si se pasa de ahí, la vida se convierte en una juerga indigna. Para afrontar con entusiasmo los problemas serios y trascenden– tales de la vida, con una parcial dosis de ilusión basta. No S" puede hacer de la ilusión lo rPal. Por la tierra el hombre tie– ne que andar con los pies y no con las alas, por la sencilli1 razón de que no lns tiene; querer tenerlas es tontería. inten– tar dar a la vida un carácter amargado y falso. La piedad es condición base del hogar. El matrimonio es sociedad religiosa. Sin piedad será un milagro que haya paz y dignidad en la vida conyugal. A la joven no le conviene casarse con un hombre irreligioso. Sin religión habrá vicios: sin relir-;ión no habrá educación de los hijos, ni respeto a la mujer. No confíen las jóvenes en que lo harán bueno una vez casados. Joven, si no haces al hombre bueno de novio menos lo conseguirás de casada, pues más puede ante el hom– bre una novia que una casada. además de que siempre es

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