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Con exhibiciones y mimos la joven juega con póh-ura. No se asuste sólo cuando llegue la Pxplosión; no encienda b mecha, ese es su deber. Recuerde el refrán: el hombre es fuego, la mujer estopa, viene el diablo... y sopla. Echamos muchas culpas al diablo que no tiene; a V('CC'- la que sopla es la mujer y más fuerte que el diablo. El hombre si ve la puerta abierta se contiene pocas veces sin entrar; la puerta de ~u honor la abre siempre la misma mujer. Andar cogidos del brazo lo reprueba la Iglesia, por peli– groso y escandaloso. Es menos peligroso que ~ea la mujer la que lleve del brazo al hombre, pero tal Yez sea mús es carnlnln,o. Es altamente reprobable que los noYios no se con– tengan en estas confianzas ni siquiera delante ele sacerdote, y niüos. En esos casos el escándalo es mús gran'. En las «Normas de Decencia» publicada~ por los Obi:,prh de Espaüa se lee: « Un hombre no debe tratar afectiva _,. a,;j duamente con una mujer sino con vistas al noviazgo .Y p] noviazgo con vistas al matrimonio. «El «flirt» es un pecado ordinariamente gravP, al meno, cuando es duradero, por los peligros que encierra y por ki,; daf10s que infiere a la mujer. aunque ésta parezca que lo acepta y consiente». Huya la joven de los fáciles y alegres amoríos en los qur todo es vanidad. aparin1cia y peligros. La joven que goza con los amoríos demuestra no poseer hondura, ser hueca. Las talrs jóvenes valen para el tiempo de una verbPna. cL 0 una noche de fiesta. Esto lo necesitan saber más ellos q110 ellas. SP quejan las mujerPs de quP sus maridos no p,irm1

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