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l1eYota por naturaleza. En la religión encontrarú la muje,· sana el sedante y Pl refugio de sus horas malas. Desgraciada la mujer que en su llanto no encuentre abierta y gustosn la ¡mPrta del templo. La juventud femenina hoy hace demasiado Luri~mo con el amor. como el turista goza un momento y pasa sin 11unc1 entrar en el alma de las cosas, y así vive insatisfecha y ator mentada por la sed. El amor de aventura termina casi ,irrn– pre en fracaso y pecado. El amor en el hombre P~ un episodio; en esto La] Yez Pl hombre, mejor que la mujer, sitúe más acertadamentP d amor. Cuando el hombre pierde el amor, pierde una ilusión. un billete, pero no su fortuna. Cuando lo pierde la rnujrr. piPrdP la vida, porque para la mujer Pl amor lo PS todo. Conociendo la mujer lo que puede ser para Plla el hom– bn~: su complemPnto vital o su tragedia, la actitud razona– ble que debe adoptar Pn el trato inicial con los jóvPnes es de recelo. conteniPnrlo las ganas de su corazó11 --mal conseje– ro Pn las relaciones- de darse y manifestarsP. Ya lleganí su hora; la espera que tan molesta resulta a las jóvene½. :' tan difícil. Para que las relaciones sP llevPn con nobleza y claridad mental, la pasión amorosa 110 dPbP nacer pronto. Es el últi– mo arrPo dPl amor para entrar en el matrimonio. Las relaciones de pasión son procliYes a libertades. Si r'quivocarlan1ente se Pntra en esas condiciones en el matri, monio, sin más, será un milagro que el sacramento se lleve

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