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hacia el futuro --c'_Qué prrmio me pides ¿dijo mm n·.: el Seüor a San Juan de la Cruz por lo que en mí favor has n·alizfü1o? --Srünr. n pliró el S,m lo. pa11ecc·r y ser des preciado por Vos. Para el cristiano sólo hay un mal: aquel que es capaz de hacer fracasar sus esperanzas, que destruye la razón c!P ,u Yida. que es para c'.l muerte: e1 pecado, e 0 e e, .-;u único y supremo mal. Estima tanto el cristm10 el bien qtw e,pern y rmra el nnl trabaja y suda, que antes de pPrderlo. daría gustoso !n YirL1. La han dado muchos c:Frnrnqiro11') ganaron. El martirio serú ,ÍP111J)l'P el su610 dmwlo de todo per– feciu ui,-türno; •,11prcn10 dol11r para co11c¡uistar p] ~uprerno bien. Con enyidia, no con horror, e•;tahan muchos cris1ianos contemplando el martirio espantoso de San Timoteo. Hubo un rnomeuto en el que el 1núrtir, atormentarlo hasta lo sumo, manifestó alguna debilidad. Los cristianos que lo ohserrnron gritaron decididos: «Tirnoteo, mira al cielo». Y el santo lo miró y dihujanclo una sonrisa ante Pllos, rindió sn cuerpo a la muerte, abrasado en una rnlr1Pra de cal viva. ¿Perdió o ganó? El cri~Liaiw estú seguro de qur lo ganó todo. San Timoteo en la rnldera es envidiable, inmensamen– te m{¡,; pnvicliable que la joYen que, agasajada en un salón ele fihléK la adora el mundo. :\Ian1ener e,cta actitud extraüa durante toda la Yida. ser fiel a la esperanza, rehusar voluntario lo agradable qur ofre- el mundo. para el hombre punto menos que imposi- :.'l

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