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la joven el quedarse soltera si estima los valores cristianos. La virginidad es la forma perfecta de vida humana. J esucris– to y su l\1adre, modelos de perfección, fueron totalmente vír– genes y después de ellos los más fuertes y animosos segui– dores de la virtud. Es un hecho histórico que el cristiano que intenta con afán seguir ele cerca a Cristo y ser grande en el Reino de Dios, tiende por instinto a la virginidad, a la castidad perfecta. La virginidad es cammo de grandes. La desvaloran al– gunos pensando que en el matrimonio por encontrar mayo– res trabajos y dificultades el hombre, encuentra mayor fuen– te de méritos. Están equivocados. El mérito sobrenatural no nace de los trabajos, sino de la caridad y la caridad se alcan– za con mayor facilidad Pn la virginidad que en el matrimo– nio. No faltan quienes afirman que Pl que rehuye el matri– monio es cobarde quP teme enfrentarse con las dificultades. Nadie se casa para encontrar dificultades y vencerlas sino todo lo contrario para vivir con comodidad y gusto. La vir– tud no está en sufrir sino en querer sufrir. El trabajo má, noble y en muchos aspectos el más heroico estú precisamen– te en ser virgen. Si el ser puro no fuese valentía y heroici– dad, todos los hombres serían castos. Por otra parte, pasaron ya los tiempos de la «solterona». Hoy la mujer en sociedad ha ganado estima y consideración; vale tanto como el hombre. en no pocos aspectos mús. La mujer soltera hoy puede desenvolverse económicamente en mejores condiciones que el hombre. Sea, pues, la joven opti– mista, confíe más en sí misma. capacítese para la vida y es– pere sin temores. El instinto de maternidad que tanto presiona su natura- 205
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