BCCCAP00000000000000000000528

momento vive, sobreestima o busca como algo sustancial, vital, lo terreno, lo presente, claudica del cristianismo, cae. El cristiano vive en el mundo, pero no es del rnun<lo. Porque el cristiano no es de este mundo ni tiene en él ningún objetivo fundamental; por eso es ley del cristiano la moderación en el uso y en el gozo de las cosas de la tierra. Los grandes amores del cristiano de verdad están fuera de este mundo y porque lo estún sus amores, lo estú su corazón y su mente. El cristiano es un hombre que ha llegado a conocer otro mundo mejor que el presente y para ganarlo tiene proyec– tada su vida y sus fuerzas hacia esa meta. El cristiano vive para otro mundo que tiene por suyo y por centro perfecto de felicidad. El cristiano vive de una esperanza, el futuro le dice mús que el presente. Los intereses del cristianismo los seüalan su fe y su es– peranza; los ojos no son guías en su camino. El foco que ilu– mina el sendero por donde anda el cristiano viene de arriba y no lo encienden los hombres. Como el cristiano es un hombre que desenvuelve su vida en un plano superior al mundo, aquello es en su mente grande y cotizable que lo es en el plano superior de su vida. En tanto valen y estima las cosas en cuanto sirven para la consecución de los bie– nes de su mundo. El canon de los valores para el cristiano no es el juicio de los hombres, ni menos el gusto sensible; la medida del valor de las cosas, es el mérito sobrenatural. El cristiano posee los criterios de Dios. El cristiano es un hombre vertical. La línea de su con- 19

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz