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pantes o ganadoras tiene la misma responsabilidad de cola– boradores a ese espectáculo inmoral. Por honor personal, en defensa Je la dignidad femenim1 prostituida en ,esos concursos, las jóvenes levanten animosas ,u protesta porque al fin, todas son ofendidas en esos infa– mPs concursos. Piensen que la Virgen es también una mujer y que contra su dignidad y pureza se realizan igualmente esos vergonzosos espectáculos. DOCTRINA DE LA IGLESIA La Iglesia ha protestado siempre contra los concursos ele belleza y los ha visto como un atentado contra la dignidacl rle la mujer en los organizadores y como una dPsvergüenzt1 e11 las concurrentes. El Cardenal Arzobispo de Toledo Pla y Deniel dijo: « Una d(~ las funestas modas que del extranjero nos han venido a Espa:fia en estos últimos tiempos son los llamados concursos de belleza, que antes eran llamados «mi– ses» pero que al adaptarlas aquí se las transforma en «reinas» ... »El concurso es sólo sohre la belleza corporal femenina que es un don de Dios, pero que no puede transformarse Pn objeto de concurso. En los concursos de ganado se atiende sólo a los cuerpos de los animales, que carecen de alma ra– cional, pero en los concursos de hombres o de mujeres, de personas humanas, hay que atender a algo mús que al cuer– po y no prescindir de las cualidades espirituales, morales. El 18R
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