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el 1O de septiembre de 1954, dijo el Papa Pío XII: «El espí– ritu materialista no ha perdonado al sector de la moda. En ella se ve con frecuencia expansionarse un lujo provocativo, que desconoce todo pudor y tan sólo se preocupa de adular a la vanidad y al orgullo. En vez de elevar y ennoblecer a la persona humana muchas veces tiende a degradarla y envile– cerla. No siendo vosotros los responsables, preocupaos de res– petar las normas de la decencia y del buen gusto, de una elegancia sanamente entendida y perfectamente honesta. En resumen, en lugar de seguir la corriente materialista que arrolla a tantos en la actualidad, servid al espíritu. El vesti– do expresa de modo demasiado inmediato las tendencias y gustos de las personas para que pueda escapar a reglas pre– cisas que sobrepasan y se imponen al simple punto de vista estético». «Cuantas ¡ovenes creen no cometer falta alguna por se– guir con docilidad ciertas modas desvergonzadas. Verdad es que enrojecerían si adivinasen la impresión y los sentimiPn– tos de quienes las miran». (Pío XII, 17 de julio, 1954). La moda no puede ser norma suprema de conducta fe– menina, dijo también el Papa Pío XII. El Cardenal Gomá escribió: «Quizás en toda la historia de la indumentaria femenina no se encuentre época seme– jante al desenfreno de la moda actual, a no ser la época del Terror, en que todo realismo brutal pudo prevalecer contra toda idea levantada». «Qué dignidad la de la persona que viste con discreta sen - cillez, decía el doctor Masnou a sus diocesanos en su recien- 170
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