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dos a pensar muy poco favorablemente de muchas jóvenes; sus vestidos no hablan nada a su favor. En otros tiempos fueron los poderes los que mo<leraron los excesos del vestido en las mujeres, conscientes de su res– ponsabilidad y estimando más a la mujer en sus valores es pirituales; hoy contra la vanidad y la mal<lad en el vestido no tiene la mujer otro control que el de su propia conciencid y las normas emanadas de la Iglesia; que la juventud feme– nma sea fuerte y dócil a quien n:ianda y aconseja en nombre de Dios. DOCTRINA DE LA IGLESIA De la moda dice admirablemente el Papa Pío XII el f5 de octubre de 1940 a la Juventud Católica italiana: «La mo– da y la modestia deben andar siempre juntas, con:10 dos her– manas; en latín ambas se derivan de un mismo vocablo. Pc~– ro la modestia ya no está de moda. Semejantes a los infeli– ces locos que per<lido el instinto de conservación se mTo– jan al río o al fuego, no pocas almas femeninas, olvidadas por ambiciosa vanidad de la modestia cristiana, caminan ha– cia el precipicio donde su pureza puede encontrar la muerte. Sufren la tiranía de la moda, aunque se manifieste inmodes– ta, hasta el punto que ni reparan en su inconveniencia: han perdido el concepto mismo del peligro, y el instinto del pudor». En el gran discurso, código cnstrnno de la moda, dirigido a los l\'Iaestros Sastres en su cuarto Congreso Internacional 178
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