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hacia el desnudo aun cubierto; un escote pequeüo pero an– cho, flojo, puede ser más indecente que otro más pronun– ciado. La condición corporal de la persona puede agravar o disminuir este peligro y esta indecencia. Adornos aparente– mente sencillos, indiferentes por su forma. pueden hacerse indecentes por el lugar que ocupan y por tanlo reprohables. La Iglesia reprueba la indecencia del vestido incluso en los niños de ambos sexos. El cuerpo humano es santo, está santificado rnn la recención rle muchos sacramentos y espe– cialmente r'.on el contacto de la Hostia sacrosanta. Es templo vivo de Dios. Merece. pues, respeto y consideración. El des- nudo P', irrespetuoso. La Iglesia ha dado normas concretas donde reprueba ta– xativamente el que se vista a las niñas con vestidos que de– jen al aire sus piernas por encima de las rodillas. Aún en los mnos es indecente e irrespetuoso el pantalón que sea poco más que un bañador. La indecencia de los nmos puede ocasionar y ocasiona no pocas veces perversión moral en la infancia. Esto no de– ben ignorarlo las madres. Que un niño o una niña anden semidesnudos por la calle, no será en ellos pecado deshonesto; tampoco es por eso por lo que la Iglesia lo reprueba, pero esa nifia está ves– tida de modo indecente e irrespetuoso a su ser y dignidad cristiana; vistiendo así se crea en ella una tendencia a valo– rar ex,:r:,,,ivamente sus formas corporales. Yo sé de una niüa que resistía a su madre que intentaba vestirla más decente: porque, decía la niña, tenía las piernas bonitas; vistiendo. 17!i

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