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Para orientarse sobre la moralidad de la moda, deben te– ner muy en cuenta las mujeres católicas, que los centros de moda se desenvuelven casi en su totalidad en ambientes aca– tólicos, cuando no inmorales, que apenas tienen en cuenta las exigencias de la dignidad, decencia y espiritualidad de la mujer. Casi todas las modas toman el nombre y el origen de personas irreligiosas y hasta infames. Esto debe hacer re– flexionar a la juventud femenina para no ser fácil juguete de los enemigos de su fe. La joven en sus modas tenga en cuenta que la Iglesia reprueba los vestidos de telas tan finas que transparenten las partes del cuerpo que el pudor exige que se oculten. Esos vestidos pueden resultar más indecentes que la misma des– nudez, puesto que sin ocultar suscitan mayor atención y fi– jeza de los sentidos en esas partes del cuerpo que dejan en– trever. Los vestidos demasiado ajustados o cortos, las faldas que llaman de tubo, son poco decentes y en la práctica, si son demasiado ajustadas y cortas, pueden fácilmente, máxime en ciertas personas, ocasionar muchísimos pensamientos malos y graves tentaciones de impureza en los que las vean. Una mujer con esos vestidos, en sus movimientos, en sus actitu– des y en sus posturas, no dejará de ser gravemente indecen– te en muchas ocasiones. La falda por la rodilla está expre– samente reprobada por la autoridad eclesiástica. La Iglesia reprueba igualmente el escote por indecente, puesto que tiene por objeto mostrar el desnudo, lo que en sí no es moral; sin embargo de esto, lo tolera cuando es bre– ve. El escote será tanto más indecente cuanto más pronun– ciado sea o más fácilmfmte dé ocasión de atraer los sentidos 173
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