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«La Pública Honestidad en las Playas de Málaga»: «No tie– ne, se dice, la misma gravedad una falta contra el pudor que una falta contra la castidad. De ley ordinaria es así. Pero hay una relación inmediata y necesaria entre pudor, casti– dad y lujuria. Perdido el pudor, perdida la castidad. Impu– dor triunfante, la lujuria en todas sus formas. Sociedad im– púdica, sociedad depravada». «Sociedad que amparándose en la moda o en la higiene viola con descaro leyes elementales de decencia en el vestir, agravia los sentiminrtos cristianos del pueblo: es ocasión de escándalo y crea un ambiente de sensualidad corrosivo de la integridad moral de los ciudadanos». «Queremos censurar, decía el Excmo. Cardenal de Tarra– gona, en Carta Pastoral, con verdadera pena y amargura de nuestra alma la actitud sumamente desedificante que adop– tan con frecuencia las jóvenes en paseos públicos, cafés y ba– res exhibiendo sus desnudeces con escándalo general incluso de las niñas y adolescentes, que copian lo que ven en ges– tos y modales, cundiendo de esta manera la desmoralización con detalles que nos abstenemos de puntualizar, pero que revelan un mal grave. ~sa procacidad, aunque sea incons– ciente, resulta provocativa en sumo grado». El Arzobispo de Granada, Dr. García y García: «No po– demos apartar de nuestra imaginación el espectáculo que re– petidas veces hemos pres<mciado en las costas africanas al contemplar allí reunidos y amalgamados usos y costumbres de muy distintas civilizaciones. Frecuentemente veíamos cruzar calles y plazas a mujeres musulmanas, hebreas, cris– tianas y con honda pena y sonrojo para las hijas de la Cruz, 151
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